domingo, 4 de noviembre de 2007

Ciberturquia

Constantinopla fue objetivo de los grandes viajeros europeos en el tiempo del imperio. Como dice Goytisolo, a partir de mediados del XVI, acercarse a Estambul significa embeberse sobre todo de un corpus escrito. En ese corpus, la fidelidad importaba menos que la imagen previa del adversario. Los europeos desembarcaban en Constantinopla con una panoplia de clichés y estereotipos en lo tocante al mundo oriental; como hoy, una mezcla de prejuicios sobre el despotismo otomano y el fanatismo islámico. La visión individual pesaba muy poco en relación con el peso de la palabra escrita. Si así fue entonces, no dejó de ser así hoy. El blog ha recuperado mi fé cibernética, en un sentido similar. La prueba escrita, que vino, en mi caso, sobre todo de las fuentes de la historiografía de Veiga, los textos bizantinos de la época de la caída de Constantinopla, y de la lectura de "Estambul otomano" de Goytisolo, no fue en realidad el único medio de captar la realidad. La propia prueba escrita, la propia, la que cada día yo mismo provocaba en el Blog, era el medio de percepción de la realidad que se avecinaba. La imaginación no actuaba a posteriori como descriptor o narrador, como modificador de la realidad, sino realmente como génesis de esta. El texto escrito se iba creando al mismo tiempo que el texto real, que la experiencia vivida. Uno y otro a través del otro, sin una jerarquía clara. A ambas ayudaban el mito externo y el mito propio. Vosotros lectores, habéis actualizado el texto, lo habéis hecho vivo. Los comentaristas han agudizado el ingenio y aumentado el estímulo. A todos, muchas gracias.

De Hammames y Sta Sofias

Si Topkapi es, sin duda, el corazón del imperio, el corazón de Estámbul, Sta Sofía, más que la daga de Topkapi, más que el diamante del cucharero y más que Harén, recoge el hálito de Dios, en cualquiera de sus versiones. Si la mezquita azul, mejor situada y con mejor cara externa que Sta Sofía, maravilla por el color de sus azulejos interiores, por la decoración y por sus apostura externa, es, sin embargo, Sta Sofía, la que eleva más alto la gran pregunta de Dios. Templo romano, Iglesia cristiana o Mezquita musulmana, es, en todo caso, inaccesible. A la primera impresión de oscuridad le siguen enseguida lo impresionante de su altura, y, de forma imediata, lo inaccesible de su proyecto constructivo. La planta no se aprehende como en otras mezquitas o catedrales, sino que permanece escondida, inaccesible al observador interior, al que no maneja los planos. Y entonces sucede el milagro, la observación detenida comienza a crear plnos y espacios que lo confunden aún más todo, hasta convertirla casi en inverosimil. Luego le siguen la iluminación, y la creación de espacios provocada por estos. Tanto en la nave central, como bajo la cúpula, como en el piso superior, una vez atravesado el túnel, como caminando entre mosaicos. Todo inaccesible. Imposible. Inaprensible. Ayasofía, la obra maestra de la ciudad, sin ninguna duda. Decir algo más es imposible.
De los hammames queda la belleza de los mármoles y un cierto calor, queda quizá una cierta violencia masculina entre los frotadores y enjabonadores; gordos, brutos y con bigote. Y falta quizá una cierta modernidad acorde con el tiempo (quizá en una cierta antigüedad el cuidado era mayor). Decepcionan los Hammams de Estámbul más por los hechos que por los espacios.

El Galata y el gran bazar

Siempre pensaba en el Gálata, el barrio antiguo de griegos, de armenios, de judíos. El Gálata era el otro Estámbul, separado del del otro lado por el cuerno de oro. Este, el Estámbul de los fieles, aquel, el gálata, el de los infieles, el de los "francos", mercaderes occidentales; genoveses, venecianos, holandeses y franceses. Ese era el Gálata, más alla del puente, junto a la torre que Mehmet III convirtió en parte del símbolo de la Constantinopla por fin otomana, en 1453. La torre, junto a Sta Sofía, convertidas por el turco en símbolos propios. El Gálata, expresión de la tolerancia del Islam, de la tolerancia del turco. La existencia del otro junto a uno, aún localizándose más allá del puente. El espacio para aquellas actividades que el turco consideraba de menor valor; desempeñadas por todos estos grupos, de los cuales, lógicamente, el que salió más favorecido fue el sefardí, emprendedor y sabio. El trasiego sigue siendo el de otro barrio. Al otro lado del puente, aún en Sultanhamet, se encuentra el mercado de las especias, un poco como el mercado central de Cracovia, cerrado, lleno todavia, de un modo probablemente más turístico que otra cosa, de especias, tés, y dulces de todas clases, un espectáculo para enamorar la vista. Empieza detrás de la Yeni Cammi, junto al mercado de y material de flores. Y, a partir de allí, ya siempre hacia arriba, lleno de puestos de todo tipo, especialmente de telas, con un movimiento de mercado no sólo turco, sino probablemente árabe, se llega al Gran Bazar. Cerrado, como una ciudad dentro de la ciudad, en el que proliferan de nuevo los comercios de alformbras, de tapices, de cojines, y de cerámica pintada. Azulejos y platos, sobre todo. la tradición de Iznik, pero no sólo. También de otros lugares de Turquía. También hay puestos para vestidos y ropa original, de diferentes regiones, y también telas, joyería, y todo tipo de baratijas. Hay lugares para tomar té y café. Un Gran Bazar que data del siglo XV, que ha sido objeto de amores y mitos, de incendios y robos, un Bazar que en el XVII, y aún hoy, tenía ya dieciocho puertas, sesenta y siete calles denominadas según los oficios, más de tres mil comercios, mezquitas, fuentes y corredores abovedados. Hay sitio para todo en el gigante Gran Bazar, en el que uno se pierde sin remedio hasta que empieza a reconocer sus calles. Todo eso queda a este lado del puente del Gálata. Al otro está el trasiego del Gálata. El mercado de pescado, muy parecido al de Sultanahemet, con sus puestecitos a orilla del Bósforo, que separa el Gálata del barrio de la Yeni Cammi. Están ellos y está también la locura de los ferrys, que simplemente cruzan el Bósforo, o que unen los barrios, que le llevan a uno desde Eminonu hasta las faldas de la Yeni Cammi sin tener que atravesar el puente, lleno a rebosar de pescadores individuales que no dejan ni un resquicio para asomarse, obstinados en pescar una especie de sardina. Y desde allí la gran pendiente hacia arriba, todo dentro del Gálata, hasta la gran torre, desde la que tenemos las grandes vistas de Estámbul. Sólo desde allí comprende uno la perfecta ubicación del Serrallo, la organización de las mezquitas de Sultanahemet, la paz del Bósforo unido al mar de Mármara, ve uno con claridad la llamada Punta del Serrallo, el cuerno de Oro, y observa, atónito, la infinita magnitud de la ciudad actual, que se pierde en el horizonte sin dar muestras de tener intención da acabar. Es, en todo caso, una visión apacible de una gran ciudad.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Estambul

ESTAMBUL

Y entonces, nuestra Ítaca. La pregunta estaba en saber si se podía ir más allá de Troya. En un sentido, más literario, era imposible, muy a pesar de Dido, en otro sentido, mítico, no era difícil, aquello era Constantinopla. Y quizá el peso del nombre o el peso del mito hizo que, como siempre me ocurre con las grandes ciudades, Estambul no me entrara por los ojos, a pesar de aquel primer mercado de pescado junto a la carretera que, desde la entrada del ferry,conducía a Sultanehamet, el corazón de la ciudad, ubicado junto a la punta del Serrallo, precisamente donde se encontraba el Serrallo, el Palacio del Sultán; el palacio de Topkapi. Toda la viveza del mercado, mas los pequeños puestos y restaurantes en donde se podía degustar el pescado fresco al grill, los carabineros a la parrilla o al chili. Luego las terrazas en el entorno del hotel, con restaurantes, cafes de corte otomana, asientos bajos en el suelo y mucha pipa, y todo el corredor del pequeño Bazar, junto a la plaza que da a la parte de atrás de Sta Sofía, con los tapices, las alfombras y la ceramica de platos y azulejos pintados a mano según los motivos otomanos, según las imágenes y las figuras que se encontrarían en las maravillosas paredes del harén del Serrallo, el gran mito de verdad del Oriente turco a partir del XVII, decoradas con azulejos en azules y rojos, con motivos florales, tulipanes, granadas, y el árbol de la vida, idea de la gran genealogía que fundaba el primer Sultán otomano, Osmán. El Harén, no como depósito de concubinas, idea simplificada la máximo en occidente, sino como espacio íntimo, dividido en el área de los eunucos, vigilante y guardianes del harén, del orden del harén, en área de mujeres, niñas traídas de todas partes para ser educadas y formadas, no sólo en formas y costumbres, sino cultivadas en el saber, la danza, la música, y las artes, para poder llegar a ser madres del Sultán, preferidas de este, o esposas de los hombres mas importantes del Estado. Y luego el espacio de la madre del Sultán, verdadera regente del lugar, y el espacio del Sultán. Todo en el interior del palacio, como un subpalacio interior, donde la decoración de las paredes, en azulejo sobre todo turquesa y rojo, daban de verdad la impresión de espacio íntimo. Y luego el palacio, con sus cuatro patios, la puerta de la felicidad, donde se iban coronando los Sultanes, el tesoro del Palacio, desde la famosa daga de Topkapi y el diamante del cucharero, hasta todo tipo de tronos, vasijas, adornos y orfebrería, rebosantes sobre todo de esmeraldas, rubíes, y diamantes, mas según la idea previa de Persia que de Turquía. Y luego el Paralamento, el Diwan, con una idea arquitectónica conceptual, basada en la transparencia del justicia, con el acristalado de las paredes. Eso y las grandes cocinas, gigantes naves cupuladas, con una ingente cantidad de porcelanas chinas, como para morirse del gusto. Todo eso y mucho mas es Topkapi, el Serrallo, el gran Palacio, el centro de Estambul, el centro real del imperio otomano. Pero Estambul es todavía mucho mas que eso. Estambul es también el Gálata, el gran bazar, Sta Sofía, la mezquita azul, los Hammams…

sábado, 27 de octubre de 2007

Sharasada, Romulo y Remo

Alli estaba yo, desayunando, cuando la perra recien parida con cara de loba no miraba ni de reojo el hojaldre de queso. Esta perra es tonta, pensaba. Pero no. La perra miraba al duegno de una Patısserıe de Pergamo, sabiendo con total seguridad que le daria algo. Y asi fue, de tonta ni un pelo. Le saco dos panes, de los cuales la perra loba cogıo solo uno. O sea, que va a ser tonta, al final. Lo cogio, sin morderlo, y se fue, empezo a cruzar con extrema habilidad las calles de Pergamo,entre los coches, alejandose, hasta desparecer en un parque proximo, tras subir las escaleras... Tiene alli a Romulo y Remo, pense, porque tenia signos evidentes de estar amamantando.
Volvio a los pocos minutos, cogio el segundo pan, y repitio la operacion. Creo que tenia frio y estaba cansada.

De nuevo en la teteria de Barehnkale, cerca de Atenea. Hay un perro blanco, negro, y carmelita. Se acerca, me mira y remira, me huele, y me lame (el sudor de los dias). 'Este es de fuera', piensa, 'no tiene pinta de hablar ni papa e turco', 'y esa vestimenta de que sera' se pregunta. Asi que no se despega de mi, viene a ver la bici, que le gusta, y decide bajar conmigo ladera abajo ladera arriba, hacia Gulpinar. Diez kilometros interrumpidos por un tipo, que, en la cuneta, le grita en turco algo que le hace parar.

Y luego estan los perros grandes, como mastines que se lanzan hacia ti desde la cuneta, y los pequegnos, negros y cabrones, que sin ladrar no dudan un instante en buscar tus huesos. Se sobrevive a dos cosas. Al perro y a la posibilidad de infarto, que te acompagna, luego, durante kilometros...

De Ateneas y Apolos

Y vuelvo ahora atras, como en la comida en la que Ulises les va contando a los feacios (faiakenos segun las traduciones baratas)sus aventuras pasadas. De Edremit hasta el cruce hacia Assos solo destacar que no habia desparecido la sombra de la pajara de dos dias antes. Antes de coger el cruce me llaman. Que pare, que me quede a tomar Te. Pues claro, joder!! Asi que me tomo el Te con tres tios simpaticos (uno, ademas, habla aleman). Aprovecho para liquidarme todas su pastas. Y luego el cruce, la carreterita hacia Assos, el Egeo a la izquierda, plateado, salpicado de brillo, Como un espejo. Como si en vez de agua estuviera hecho de algo blando y suave. A la derecha todo Olivos. Mas adelante, Pinos. Sin empagnar por la mano humana. Y asi, cada vez mas bello, con el subebaja de la carretera... Where do you go?, me preguntan de la cuneta. Assos!, grito, Good Luck!!, dice, de nuevo, sonriente y alzando la mano. Y segun se adentra la carretera, mas y mas silencio. Del bueno. Y en la playa de Assos, agotado ya, sognando con que si aquello es el Paraiso total nunca mas me movere de alli, me como un pescado a la parrilla que me sirve un camarero poeta del que nunca podre leer nada suyo. Nı una palabra que no sea turco. La playa, vacia y trıste. Soy yo el unico que he parado por alli. No es como esas playas nuestras del Norte, en las que puede estar uno vacias o llenas. Asi que decido marcharme, Dios mediante, hasta el templo de Atenea, al que llego de milagro. Me encomiendo a la Diosa, seguro de que no solo no alcanzare Troya, sino de que ni siquiera lo intentare. Y desde alli, verdaderamente, las vistas mas bellas de Turquia, el Egeo y la costa, a lo largo, y la gran llanura a la espalda. Atenea, defensora de los Aqueos, no por conviccion, sino por celos, orgullo y Ego, en orden inverso, sabia donde queria tener sus templos. Los Aqueos; los griegos, tambien. Si desde la cima uno ve el Puerto y se ve tentado a bajar, sabe que no podra volver nunca, a estas alturas no podra volver a subir. Con esas cosas no se juega. Que cojones, se juega con todo (uno puede arrepentirse de lo escrito antes de la linea sıguiente). ?puedo dejar la bici aqui?, le pregunto a un segnor, sentado en su puerta. No problem, dice, Y alli se la dejo, confianza plena, aunque si me robaran equipaje y bici solo sentiria no llegar en ella hasta Troya. La levedad del viaje, de los kilometros. Me podria haber quedado alli horas, mirando el paisaje, pero me tiro, tras el te, cabeza abajo hacia Gulpinar. Un perro me acompagna a la carrera mas de diez kilometros.Cabeza abajo y cabeza arriba, por el monte de arbusto bajo, por el monte por fin de verdadero verde. Refrescante, en todos sus sentidos. Adelanto a Don Quijote, que avanza tambien hacia Gulpinar, sin Sancho, y me subo, en mis mas grandes momentos de felicidad, a un camion que me adelanta tres kilometros. En mi incomprension del turco pensaba que me llevaria hasta Gulpinar... Y en Gulpinar, no tan bello como lo que le precede y lo que le sigue, me encomiendo al Templo de Apolo, el Apolo generador de plagas de la İliada. De este templo ya hablo Homero. Y de ahi, ya solo buscar donde dormir, junto a la playa, en un sitio solitario en el que veo anochecer comiendo pescado recien pescado, a la parrilla, ensalada con un acite de enamorar, vino, y fruta que el duegno me prepara como regalo. Platanos con gajos de naranja con uvas. El Rousseau de las 'Reveries du promeneur solitaıre' se me viene constantemente a la cabeza. Que paz. En la playa me dejo vencer por el oleaje, que se lleva los planes, los proyectos, la estructura de lo que vendra, en favor de las imagenes, felizmente vencedoras.

De Assos hasta Troya

Pues nada, que ayer no hubo entradas en el blog, sımplemente no se pudo. El dıa se esperaba prometedor, 129 km.y Troya, ver las ruınas, dormır en una bonıta pensıon al lado de las mısmas pensando en la guerra que relata la Ilıada, pensando en Hector, Parıs y el famoso tendon de Aquıles, pero no.... no fue ası.
Salıamos de Edremıt y a unos 40 o 45 km. nos desvıamos por una bonıta carretera secundarıa que ıba por la costa, fenomenal, todo cubıerto por grandes extensıones de olıvos que de cuando en cuando dejaban ver pequegnas calas y acantılados del mar Egeo, la carretera y el paısaje ..... precıoso, pero poco a poco se fue complıcando, contınuas subıdas y bajadas, sın nınguna tregua, hacıa que el rıtmo de pedaleo se rompıera de forma contınua, ıgual estabas a 12 m. que de pronto te plantabas a 150, 160 y cası los 200 m. de altıtud, pasando pequegnos pueblos y aldeas que vıven cası exclusıvamente de la ganaderıa. Los rebagnos de ganado se veıan por todas partes pastando por las enormes extensıones de prados que exısten por estas zonas. El bonıto pueblo de Assos, una de las perlas ocultas de Turquıa, tal como lo descrıbe la guıa Lonely Planet, fundada en el s.VIII a.C.por colonos provenıentes de la vecına ısla de Lesbos, los mısmos que unos sıglos despues, en 530 a.C.,construyeron el gran templo de Atenea, del que aun perduran sus ruınas, se cruzaba en nuestro camıno. Ası las horas fueron pasando, vıendose frustrada la posıbılıdad de llegar a Troya.
Pablo se habıa quedado algo retrasado, para mı la noche se acerco en una zona en la que no exıstıa nınguna posıbılıdad de encontrar alojamıento, por lo cual cuando ya era dıfıcıl y pelıgroso cırcular a causa de la poca luz, decıdı pasar la noche junto a una playa del mar Egeo, bonıta noche con la luna llena y el sonıdo de las olas a unos metros de donde yo me encontraba, pero tambıen frıa, ya que el vıento azotaba a veces con cıerta ıntensıdad, sumado a la ıncertıdumbre de estar en un lugar en el que desconoces lo que te rodea.
Hoy, el dıa ha salıdo frıo, con nubes que de cuando en cuando dejaban caer alguna gota de agua y lo peor, vıento fuerte de cara. Como objetıvo prıncıpal las ruınas de Troya y como meta Çanakkale. Unos 65 km.a veces ıgualmente de dura carretera me deja en las famosas ruınas de la cıudad de Troya.
Troya conocıda por los relatos que hace Homero en la Ilıada o la Odısea, famosa por las leyendas de las guerras troyanas y su caballo de Troya y que ha alcanzado su cenıt por la pelıcula realızada ultımamente con el mısmo nombre, es un conjunto de excavacıones en las cuales se han desenterrado nueve cıudades antıguas que se remontan al tercer mılenıo antes de Crısto. Los prımeros pobladores vıvıeron a comıenzos de la Edad del Bronce... merece la pena vısıtarla y recorrer en sılencıo las ruınas esparcıdas pensando en la hıstorıa que contıenen.
A la salıda de las ruınas me encuentro a Pablo, me cuenta su hıstorıa, una de las alforjas se le ha roto totalmente, se ha quedado sın dısco de freno delantero, un coche le ha pasado por encıma del casco, una antıgua lesıon se le ha reproducıdo.... en fın menos mal que acabamos, 30 km.mas nos dejan en Çanakkale. İbamos a pasar hacıa la penınsula de Gallıpolı, pero los dıas se nos termınan, por lo que magnana recorreremos en bus los 195 km.que nos faltan hasta Bandırma, para posterıormente cruzar el mar de Marmara en ferry hasta Estambul y estar en esta precıosa cıudad un par de dıas.
En fın, han sıdo 1.400 km.de recorrıdo, algunos de ellos con mucha dureza, que nos han dado una vısıon ımportante y gratamente posıtıva de este bonıto paıs que es Turquıa.